Por las calles de la ciudad de México, un manifiesto estridentista
El último día de 1921 puede marcarse como el momento en que la historia de la literatura mexicana y de las demás artes del país tomaría una nueva fisonomía. Esa mañana, pegada en los muros de la ciudad, aparecería una hoja volante mandada a hacer por un joven nacido el 1 de mayo de 1900, en Papantla, Veracruz, llamado Manuel Maples Arce.[1]
Actual No. 1. Hoja de vanguardia. Comprimido estridentista de Manuel Maples Arce sería el manifiesto que le daría principio al movimiento conocido como Estridentismo.
En sus memorias, Maples apuntaría: “El manifiesto fue fijado una noche, junto a los carteles de toros y teatros, en los primeros cuadros de la ciudad, y principalmente por el barrio de las facultades”.[3]
¿Pero qué había exactamente en este lugar como para que el poeta en ciernes decidiera lanzar desde ahí su proyecto cultural? Él mismo lo aclara: pegó el cartel en lo que ahora conocemos como Centro Histórico, la parte neurálgica y el corazón de la ciudad de México. Como el propósito de Maples Arce era convencer al público de que se necesitaba un cambio en la manera en que se pensaba y se practicaba el arte en México, y que la anterior era ya una expresión anquilosada y anacrónica, lo mejor era sembrar las ideas en mentes abiertas y dispuestas a realizar cambios. Lo ideal era, por tanto, dirigirse a los jóvenes.
El barrio de los estudiantes fue, así, el punto estratégico para emprender esta proyectada revolución cultural. Éste era, por aquellos años en que albergaba las escuelas de la Universidad Nacional de México, un barrio activo y floreciente plagado de jóvenes estudiantes que llenaban las calles y vecindades de bullicio. El propio Maples Arce era por esos años estudiante de derecho.
Lo que hoy conocemos como el Centro Histórico había adquirido esta fisonomía desde tiempos muy remotos. En la Colonia, ahí se encontraban la Real y Pontificia Universidad de México; las escuelas de los jesuitas, como San Ildefonso y San Pedro y San Pablo, así como de otras órdenes monásticas. Para el siglo XVIII, se habían fundado también otros centros de estudio derivados del pensamiento ilustrado, como la Escuela de Minería y la Academia de San Carlos.
Colegio de San Ildefonso, obra jesuita que albergaría la Escuela Nacional Preparatoria;
lugar histórico de ideas y movimientos juveniles.
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Si bien en la naciente República los acontecimientos históricos hicieron muy difícil la supervivencia de los centros de educación, fue hasta 1910, en vísperas de la ceremonia del Centenario de la Independencia, que Justo Sierra inauguraría oficialmente en la Escuela Nacional Preparatoria, ubicada en la 5ª calle de Donceles, hoy Justo Sierra, la Universidad Nacional de México, dándole un nuevo impulso a los estudios en el país. Impulso continuado después de la Revolución por José Vasconcelos. Las escuelas de la Universidad alrededor de las cuales se desarrolló el llamado "barrio de los estudiantes" eran la Escuela Nacional Preparatoria, instalada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso; la Escuela de Jurisprudencia, en el claustro del convento de Santa Catalina, donde estudiaba el mismo Maples Arce; la Escuela de Bellas Artes, en la Academia de San Carlos, y la Escuela de Altos Estudios en el claustro de Santa Teresa la Antigua. Estos edificios aún se encuentran en la parte nororiente del Zócalo capitalino. Del otro lado, hacia la plaza de Santo Domingo se encontraba la Escuela de Medicina, en el edificio que antiguamente era de la Inquisición, y sobre Donceles, la Escuela de Ingenieros, en el Palacio de Minería.
Así, gobernaba el espíritu estudiantil en calles, barrios, vecindades, fondas y librerías de esta parte del Centro, proveyéndolo de una prosperidad que quizá empezó a decaer cuando estas escuelas fueron llevadas a la Ciudad Universitaria, en la década de los cincuentas.
Narra Manuel Maples Arce:
Inicié una búsqueda apasionada por un nuevo mundo espiritual, a la vez que trabajaba por difundir entre la juventud mexicana las novísimas ideas y los nombres de los escritores universales vinculados al movimiento de vanguardia, al que México había permanecido indiferente... Explicar las finalidades de la renovación implicaba un largo proceso. La estrategia que convenía era la de la acción rápida y la subversión total. Había que recurrir a medios expeditos y no dejar títere con cabeza. No había tiempo que perder. La madrugada aquella me levanté decidido, y sin que mediara ningún mensaje de la Corregidora, pues no estaba yo de novio, ni chocolate previo que recuerde, me dije: no hay más remedio que echarse a la calle y torcerle al cuello al doctor González Martínez.
Me puse a escribir un manifiesto. Apenas redactado éste, me fui a la imprenta de la escuela de huérfanos. La hoja impresa en papel Velin de colores se titulaba Actual.[4]
En realidad, con la aparición de Actual No. 1 el Estridentismo como tal todavía no estaba conformado. Era aún un proyecto individual que quería convertirse en un movimiento que revolucionara el quehacer artístico.
Pero, ¿cuál es la importancia de este manifiesto? Uno de los elementos principales radica precisamente en la intención con que fue publicado. Maples Arce tenía noticias de lo que en el ámbito artístico sucedía en Europa y de las revoluciones tanto formales como temáticas de los movimientos de vanguardia. En México seguía imperando un arte estrechamente vinculado con el siglo XIX que parecía ya no responder a las circunstancias sociales que se vivían, tanto por la Revolución que se había gestado en el país como por los nuevos avances tecnológicos que estaban cambiando de una manera profunda la vida y el pensamiento de los habitantes de la ciudad.
El título del manifiesto nos muestra su propósito: actualizar el panorama literario y artístico en general. Es decir, pretendía modernizar la manera de concebir la obra de arte.
En el punto XI de Actual No. 1, se lee:
Hacer arte, con elementos propios y congénitos fecundados en su propio ambiente. No reiterar valores sino crearlos totalmente [...] Hacer poesía pura, suprimiendo todo elemento extraño y desnaturalizado (descripción, anécdota, perspectiva). Suprimir en pintura toda sugestión mental y postizo literaturismo […] Un arte nuevo como dice Reverdy, requiere una sintaxis nueva, de aquí siendo positiva en colores, deduzco la necesidad de una nueva sintaxis colorista.[5]
Actual... es una suerte de recopilación de todo aquello que pudo llegar desde Europa a manos de Manuel Maples Arce relativo a la vanguardia. Se puede, incluso, entender como un compendio de otros manifiestos, proclamas y discursos iconoclastas, ya que algunos de sus puntos son copias del futurismo, el ultraísmo y el creacionismo. Pero no hay que olvidar que para este momento el manifiesto es todavía sólo un proyecto que no habría de concretarse hasta que se hubo reunido la planilla de los demás estridentistas.
A diferencia de Actual..., el Estridentismo no puede verse como una mera imitación de las vanguardias europeas, pues, aunque sin duda en ellas se inspiró y puede rastrearse su influencia, éste tiene características propias y originales.
Con su manifiesto, Maples Arce quería jalar conciencias en una operación que fue en un principio solitaria, pero eficaz, pues logró reunir un grupo que se afilió a la propuesta, además de conseguir una partida de detractores, lo que ocasionó el hecho más importante del movimiento: dar origen a una polémica en la que se puso en tela de juicio, entre otras cosas, la calidad de la literatura mexicana y la pertinencia de un movimiento moderno como el que presagiaba el Estridentismo.
Actual... pretendía ser un instrumento para remover conciencias y lograr, así, gracias al escándalo, cambiar el estado de la literatura mexicana que parecía navegar en aguas estancadas.
(continuará)
[1] Manuel Maples Arce fue hijo de Manuel Maples y Adela Arce. La coincidencia de sus apellidos ha hecho pensar a algunos que se trata de un seudónimo, pues ambos significan lo mismo, el primero en inglés, el otro en español.
[3] Manuel Maples Arce, Soberana juventud, Madrid, Plenitud, 1967, p. 123.
[4] Maples Arce, citado por Luis Mario Schneider, El estridentismo: una literatura de estrategia, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1997, p. 41.
[5] En Hugo J. Verani, Las vanguardias literarias en Hispanoamérica, (Manifiestos, proclamas y otros escritos), México, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 101-102.
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